martes, 11 de mayo de 2010

Rio Quequén Salado y su pesca

Al río Quequén se lo debe dividir en dos partes en lo que se refiere a su fauna ictícola, debido a que una importante cascada llamada “La Cueva del Tigre” hace una gran división porque hasta allí llega la influencia de las mareas.
Desde sus nacientes hasta la citada cascada, el río se encuentra poblado en toda su extensión por dentudos, bagres, mojarras, chanchitas –similares al dentudo pero de boca chica y más plateada-, y en menor cantidad, pejerreyes.
La modalidad de pesca en la parte superior del río va a depender de la especie que se quiera pescar. Para el dentudo, conocido también por “dientudo”, va a ser casi con exclusividad, la utilización de líneas de flote; para el bagre, líneas de fondo, y para el pejerrey pueden utilizarse ambas, aunque hay una modalidad tan antigua como efectiva, que es la utilización del “específico”; se pesca a fondo, pero se regula un corcho de tal forma que se puedan percibir los piques en éste, y si no, pregunten a nuestros abuelos o a algún viejo pescador y se las sabrá contar.
Para los amantes de pesca con “mosca”, el dentudo, que a pesar de ser chico y muy combativo, las ataca con voracidad; de la misma manera lo hace con las cucharas pequeñas en números 0 ó 1, entre otras.
Desde “La Cueva del Tigre” hacia el mar, el río presenta un gran cambio debido a que no es tan profundo como en la parte superior; sus fondos casi en la totalidad son de piedras, lo que le dan una gran transparencia a sus aguas cuando las lluvias no han sido frecuentes; esto se puede apreciar hasta el paraje “La Tregua”, ya que de allí hasta el mar, se hace más ancho y con un fondo de barro que se transforma en arenoso a escasos cientos de metros de la desembocadura con el océano Atlántico.
Las mareas tienen influencia hasta la nombrada cascada, que se encuentra a unos diez kilómetros del mar, y por ende, en las variedades de peces también. Ya aquí, los dentudos, bagres y pejerreyes están en número reducido, y la fauna es casi marina.
Las diferentes especies y variedades que se pueden pescar depende de la época del año. En invierno, predomina el “escardón”, una variedad de pejerrey muy codiciada por los pescadores; se lo pesca generalmente en la desembocadura, cuando la marea se encuentra en plena bajamar y el comienzo de la suba; aunque también para los que prefieren la pesca embarcada, pueden realizar esta modalidad, a poca distancia de la costa. Cerca de la época del desove, se lo puede pescar más río arriba, llegando incluso hasta cerca de “La Cueva del Tigre”. Esta modalidad se realiza preferentemente, con línea clásica de flote de tres boyas y un puntero impulsador; se utiliza como carnada camarón, filete de pejerrey o lisa salada, entre otras. También se utilizan líneas de zanahoria y de fondo, pero en menor cantidad. Para los que eligen la pesca con “cuchara” y con “mosca”, el “escardón” les brinda una experiencia única, ya que al ser una variedad cazadora, las toma con gran impulso. Hay que animarse y probarlo.
En verano, las variedades son más abundantes; la lisa y el lenguado son los principales exponentes; pero más cerca de la desembocadura suelen entrar variedades como pescadillas, corvinas, rayas (chuchos), pequeños peces palo, saracas, anchoas, cornalitos, babositos (pejerreyes de tamaño intermedio) entre otras.
En lo que respecta a la pesca de la lisa, hay que tener “nervios de acero”, ya que se necesita tener una gran paciencia; no ocurre así cuando comienza la temporada –primavera- que pica sin control porque se encuentran con hambre, luego de haber pasado la etapa invernal en la que no tocan carnada alguna. En cuanto a las líneas, hay diferentes, pero la más clásica es de tres boyas con un puntero para arrojar teniendo brazoladas muy cortas y se utiliza como carnada principal, la lombriz o pequeños pedazos de corazón; al anzuelo se le adosa un pequeño trozo de lana roja, en algunos casos para llamarles la atención ya que son muy curiosas.
Al lenguado se lo pesca preferentemente en la desembocadura con media marea bajante, bajamar y hasta media marea subiente; aunque también en pleamar pero con menos chance. También se lo puede encontrar hasta en la misma Cueva del Tigre, en cualquier corredera de agua. En cuanto a la línea de pesca, también hay muchas variantes pero la más utilizada es la de flote con dos largas brasolas a las cuales se le adosan dos robadores. La carnada principal es un buen filete de pejerrey o uno pequeño entero. Otra variante es la línea de fondo, pero es utilizada solamente en determinadas oportunidades.
Esta variedad gratifica a los pescadores con señuelos, y más aún, para la mosca ya que es todo un desafío, pero da sus frutos. Solamente hay que animarse. A los señuelos se los puede utilizar tanto en la desembocadura como río arriba; si es en las partes de piedras, éstos no deben profundizar demasiado para que no se enganchen. Hay muchos que se pueden usar.
La pesca con mosca, merece un capítulo aparte, ya que se debe agudizar el ingenio y la paciencia, pero cuando se le encuentra la vuelta a lo que comen y a los lugares más habituales, se obtienen buenos resultados. Resumiendo, se utilizan líneas de hundimiento en la desembocadura, y de hundimiento o de flote, en las correderas de las piedras. Las moscas pueden ser de colores y formas variadas o también las que imiten a un pequeño pejerrey, por nombrar algunas.
El río Quequén Salado o MULPUNLEUFÚ, en lengua indígena, como todo ecosistema acuático es muy sensible a cualquier cambio ambiental, y más aún cuando interviene el hombre, ya sea en forma indirecta, cuando contamina sus aguas al realizar tareas de agricultura, o en forma directa cuando se arrojan desechos o se extraen peces en forma indiscriminada, por nombrar algunos ejemplos.
Como reflexión final, pensemos que nuestros hijos y nietos tienen derecho a seguir pescando, a disfrutarlo, a recorrerlo en canoa, kayak o caminando, como lo hemos hecho nosotros. Sería ideal que cada vez que vayamos al río, a pescar o a pasear, lo cuidemos como se lo merece. Que cada vez que saquemos varios peces, tomemos conciencia que está en nuestras manos la decisión de sacrificarlos o de devolver al río, los más pequeños o todos. Probar no cuesta nada y disfrutarán de una sensación única y placentera de ver al pez que les dio una buena lucha, nuevamente en el agua. Sólo así podrán seguir disfrutándolo las nuevas generaciones.
Autor: Ceferino "Chapa" Traverso
Nota autorizada por:
http://www.rioquequensalado.com.ar/

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